34 estudiantes desaparecidos en michoacan
Asesinatos del cártel mexicano
En ningún lugar el impacto ha sido tan fuerte como en el propio Guerrero, un estado montañoso predominantemente pobre y rural al suroeste de Ciudad de México, más conocido por los extranjeros como un lugar con grandes playas. Los ayuntamientos y los edificios gubernamentales de todo el estado han sido ocupados por profesores, estudiantes universitarios y aliados que apoyan las demandas de los supervivientes de Ayotzinapa para que les devuelvan a sus compañeros desaparecidos. Aunque se ha cedido el control de algunos de ellos, muchos siguen cerrados, incluso en Chilpancingo, la capital del estado, así como en Acapulco e Iguala, la ciudad donde se produjo el ataque y las desapariciones. En algunas de ellas se celebran asambleas populares en las que los vecinos y los profesores intentan hacer valer algunas formas de democracia directa, junto con el movimiento de la policía comunitaria, que ha arrebatado cierto poder a la policía municipal oficial ante la complicidad generalizada de ésta con los cárteles de la droga.
Sin embargo, estos avances no han satisfecho al movimiento. Su lema, “Fue el Estado”, sostiene que fue mucho más que un acto de un gobierno local criminal, y que las fuerzas militares y la policía superior también estuvieron involucradas. El ataque inicial -el cerco a los autobuses que transportaban a los estudiantes por parte de la policía y su ametrallamiento- se produjo a apenas 300 pies del cuartel de un regimiento del ejército con un infame historial de abusos contra los derechos humanos. La revista mexicana de investigación Proceso ha publicado pruebas de que el ejército y la policía federal, estatal y local compartieron información sobre los estudiantes la noche del ataque.
Operación daga
Un policía federal monta guardia en un puesto de control mientras un miembro de un grupo de autodefensa, a la derecha, interroga a un conductor en la entrada de Apatzingán, en el estado mexicano de Michoacán, el domingo 9 de febrero de 2014. (AP / Marco Ugarte)
CIUDAD DE MÉXICO — La policía del occidental estado mexicano de Michoacán detuvo a un presunto miembro del cártel de los Caballeros Templarios que es sospechoso de secuestrar niños para extraerles sus órganos, dijo un funcionario el lunes.
El secretario de Seguridad Pública del estado de Michoacán, Carlos Castellanos Becerra, afirmó que Manuel Plancarte Gaspar formaba parte de la red de tráfico de órganos del cártel. La red secuestraba a niños y los llevaba a casas alquiladas con equipo médico donde se les extraían los órganos, acusó Castellanos Becerra.
Plancarte Gaspar, de 34 años, fue detenido la semana pasada junto con otro sospechoso en un coche robado. Los hombres llevaban dinero en efectivo y metanfetamina, dijo Castellanos Becerra. Dijo que Plancarte Gaspar es sobrino de Enrique Plancarte Solís, uno de los principales líderes de los Caballeros Templarios.
Un líder de uno de los grupos locales de vigilancia que surgieron el año pasado en Michoacán para desafiar el control del cártel dijo a una emisora de radio, tras conocer el tuit, que la gente de la zona sabía que la banda de los Caballeros Templarios estaba involucrada en el tráfico de órganos porque varios niños habían sido rescatados en su ciudad mientras eran transportados en un contenedor refrigerado dentro de una furgoneta.
Operación trueno
1 En gran parte, estas tradiciones historiográficas tan distintas se deben a que las dos especialidades académicas tienden a utilizar bases documentales bastante diferentes. Los primeros historiadores nacionales cuentan con fuentes no disponibles o no abundantes para el periodo colonial -periódicos y panfletos, actas del Congreso, informes de los ministerios de gobierno, relatos de viajes y biografías y relatos históricos escritos por contemporáneos-, pero al mismo tiempo se ven perjudicados por el relativo colapso del registro estadístico después de 1810, que ha dificultado el esfuerzo por determinar a nivel empírico el impacto de la insurgencia y la independencia en la economía y la sociedad mexicanas. Para una observación anterior sobre las diferencias entre los tratamientos de los periodos colonial y moderno, véase Eric Van Young, “Recent Anglophone Scholarship on Mexico and Central America in the Age of Revolution (1750-1850)”, Hispanic American Historical Review, vol.65, no. 4 (1985).
21 Desgraciadamente, las recaudaciones del diezmo y del impuesto sobre las ventas no pueden utilizarse para estimar la producción agrícola y la actividad comercial, ya que el diezmo dejó de ser obligatorio después de 1833 y el impuesto sobre las ventas se evadió cada vez más.
Los cárteles de la droga hoy en día
El 26 de septiembre de 2014, los estudiantes de una escuela de formación de maestros en el sur rural de México requisaron algunos autobuses. Su destino final era la Ciudad de México para una manifestación. Pero esos autobuses nunca llegaron. Y 43 de los estudiantes desaparecieron en el camino y se presume que fueron asesinados en la ciudad de Iguala y sus alrededores. Aunque nunca se han encontrado sus restos, se culpó de sus muertes a funcionarios políticos y policiales locales corruptos, así como a altos cargos del ejército y el gobierno mexicanos y, por supuesto, a las bandas de narcotraficantes. Las secuelas sumieron a México en una crisis política entre explicaciones cambiantes e investigaciones inconclusas. Ahora, la periodista mexicana Anabel Hernández ha publicado un exhaustivo análisis de los acontecimientos de aquella noche. Su libro se titula “Una masacre en México: La verdadera historia detrás de los 43 estudiantes desaparecidos”. Nos cuenta que la versión oficial de los hechos es una invención.
ANABEL HERNANDEZ: En esta versión oficial, el gobierno mexicano dijo que el ejército y la Policía Federal – no sabían nada de lo que estaba pasando. Y que recién se enteran dos o tres horas después de que todo termina. Esta es la historia oficial. Lo que he visto en todos estos años -cuatro años de investigación- es que toda esta versión oficial es una mentira. No es cierta.